Rosa Parks

Traducción de capítulo dedicado a Rosa Parks en el libro “Déjalas Brillar”

de Andrea Davis Pinkney e ilustrado por Stephen Alcorn.


Rosa Parks

Nace en Tuskegee , Alabama. Muere el 4 de Febrero de 1913.

Rosa Mccauley fue como la nombraron al igual que su abuela materna, Rose Edwards. 

El nombre le sentaba perfecto. Ella era una niña delicada y bella, muy entusiasta. El padre de Rosa, James Mcauley, trabajaba como carpintero. El acostumbraba a viajar mucho por su trabajo, arreglando las casas construidas en el sur. Rosa vió muy poco a su padre mientras iba creciendo. Su trabajo lo mantenía lejos de su familia por largos períodos de tiempo.

La madre de Rosa, Leona, fue una profesora de colegio quien se estableció con sus niños en Pine Level, Alabama, el lugar donde ella había crecido. Rosa y su hermano bebé, Sylvester, vivían en una granja de 18 acres con sus madres y abuelos, la abuela Rosa y el abuelo Silvestre.

A causa de que habían muy pocas escuelas para personas afroamericanas en la comunidad cercana, Leona a menudo viajaba a otros pueblos para encontrar trabajo como profesora. Ella también ganaba dinero como peluquera de las mujeres en Pine Level y cosía ropa para vecinos y amigos.

Aunque Rosa extrañaba tener a su padre cerca, ella amaba vivir con sus abuelos. El abuelo Silvestre era un hombre extrovertido, firme en sus convicciones. Él creía que ningún ser humano tenía derecho a maltratar a otro, y si alguien te hacía algo malo, no debías soportarlo. 

  Desde muy pequeña Rosa aprendió sobre el maltrato racial. Todos sus abuelos habían sido esclavos. Ellos le contaron muchas historias sobre el trato abusivo que habían soportado a manos de sus patrones blancos. Pero incluso para el tiempo en que Rosa había nacido, y aunque la esclavitud ya había sido abolida, ella experimentó la opresión del racismo de primera mano. Este fanatismo era evidente en leyes que demandaban escuelas, fuentes para beber, restaurantes y baños públicos separados para personas afroamericanas y blancas.

Cuando Rosa tenía 6 años, ella comenzó a asistir a una escuela solo para niños afroamericanos en Pine Level. La escuela era un solo cuarto en mal estado, donde los estudiantes de primero a sexto grado  se sentaban apretados y muy  juntos en bancos. No había escritorios, ni ventanas, lleno de libros ruinosos y una maestra para 50 niños. Durante el invierno, los niños de sexto grado tuvieron que hacer  una estufa de leña para mantener la sala caliente.

  La escuela para niños blancos era un lugar con el cual los niños afroamericanos sólo podían soñar. Estaba construído de ladrillos. Tenía un patio de juegos. Había libros por montones. Había muchos maestros y maestras. No era justo que esas comodidades de las escuelas para blancos fueran financiadas con impuestos públicos que venían de los bolsillos de los residentes de Pine Level, ya sean afroamericanos o blancos.

Su madre Leona ahorraba cada centavo que podía y cuando Rosa cumplió los 11 años,  la envió a la escuela industrial Montgomery para niñas afroamericanas, una escuela privada en Montgomery, Alabama. Durante el año escolar, Rosa vivió con su tía Fannie. En su nueva escuela Rosa aprendió de  todo, desde cómo leer mapas mundiales hasta cómo mezclar remedios para la gente enferma. Incluso tomó clases de cocina.

Pero una educación privada no pudo proteger a Rosa de la humillación pública y el racismo que eran comunes en 1920 en el sur del país. Rosa a menudo andaba en carros de tranvía para la escuela – carros segregados en los cuales ella, junto con todos los pasajeros afroamericanos, eran forzados a sentarse en la parte trasera.

Cuando Rosa cumplió los 16 años su abuela murió. Poco tiempo después de eso la madre de Rosa cayó enferma. Rosa renunció a la escuela y volvió a Pine Level donde podía trabajar para ayudar a su familia. Ella pasó sus últimos años de infancia en la granja Edward ‘s, ganando dinero cocinando y cosiendo, dos habilidades que manejaba perfectamente en la escuela industrial Montgomery.

En 1931 un vecino le presentó a Rosa a Raymond Parks. Raymond era muy elegante, inteligente, directo y persistente. Y manejaba un auto rojo muy bonito. Raymond era un barbero que trabajaba en el centro de Montgomery. A él le gustaba estar con Rosa. Pero ella no estaba inmediatamente impresionada con él. El fue a la casa de Rosa varias veces para preguntarle a la madre de Rosa si podía llevarla a un paseo en su auto. Estaba claro para Leona que Raymond Parks era inteligente y sincero, y estaba de acuerdo en dejarlo pasar tiempo con su hija, pero era Rosa la que continuaba desistiendo de sus  ofertas.

Finalmente, cuando Rosa aceptó dar un corto paseo en su auto, ella vio que él era más que un chico guapo con un auto bonito. Como el abuelo de Rosa, Raymond era un hombre con convicciones. Él hablaba y se expresaba correctamente y se preocupaba profundamente sobre la situación de la gente afroamericana en el sur. Y él era un miembro activo de la Asociación Nacional pare el Avance de las Personas de Color ( NAACP ).

Mientras más le contaba Raymond a Rosa su compromiso para ayudar a la gente afroamericana, más crecía la conciencia social de Rosa. También creció su amor por Raymond. En el mes Diciembre de 1932 Rosa Mccauley y Raymond Parks se casaron en Pine Level en la casa de la madre de Rosa. Rosa tenía 19 años.

Raymond sabía que Rosa se había visto forzada a renunciar a la escuela para hacerse cargo de su familia. Le preocupaba que su esposa tuviera que dejar algo que disfrutaba mucho. Luego de que Raymond y Rosa se casaran, él la impulsó a completar su educación. Rosa estuvo feliz de regresar a la escuela. Ella se graduó de la escuela de Profesoras de Alabama en 1933, con un diploma de educación superior.

Rosa encontró trabajo como ayudante en el hospital Santa Margarita en Montgomery. Por las noches trabajaba como costurera en su casa zurciendo. Rosa estaba agradecida por su trabajo, pero ir al trabajo, traía a casa la triste realidad de la segregación. Cuando Rosa tomaba el autobús para ir al trabajo, ella debía pasar a través del mismo degradante ritual día por día. Ella se subía al  autobus por la parte de adelante y compraría un ticket al conductor. Luego tendría que bajarse del bus, caminar hasta la parte de atrás y entrar al autobús por la puerta trasera. Todos los pasajeros afroamericanos debían sentarse en la parte de atrás. Solo la gente blanca tenía permitido viajar en la parte del frente del vehiculo. Esa era la ley. Si tú eras afroamericano y la parte de atrás estaba llena, piensa. Debías esperar hasta el próximo autobus y rezar para poder llegar al trabajo a tiempo.

  Rosa se estaba sintiendo cansada de esta desgracia diaria. A veces ella se subiría al autobus por delante y pagaria su billete, como siempre. Luego el conductor tendría una oportunidad de notarla y ella pasaría como una brisa hasta la parte de atrás del bus para encontrar asiento.

Algunos conductores asociaron a Rosa con su desafío. Una vez, en 1943, un conductor echó a Rosa abajo del bus porque ella se opuso a entrar al bus por la parte de atrás. Él le dijo a Rosa que si ella se creía demasiado poderosa para seguir las reglas, ella podría encontrar otro bus para viajar. Pero no había otro bus para su recorrido y no habían conductores suficientemente fuertes para darle la espalda a la horribles formas de discriminación.

Como esposa de un activista de los derechos civiles  y  nieta de una creyente de los derechos civiles, Rosa había aprendido tres cosas importantes acerca de cambiar el trato injusto que la gente  afroamericana sufría: El cambio tomaba tiempo. El cambio tomaba fuerza. El cambio necesita de la ayuda de otros. Rosa Parks tenía las tres.

Ella sabía que una de las mejores formas para poner esas ventajas a trabajar sería formar parte de NAACP. Pero ser parte de NAACP no era tan simple como parecía. El esposo de Rosa no pensaba que fuera una buena idea. La NAACP existía bajo el constante trato de vigilantes blancos quienes buscaban violentas formas para sabotear las reuniones de grupo. Algunas veces las reuniones de NAACP debían tener lugar durante altas horas de la noche, en oscuros, secretos lugares donde Klansmen y la policía no podían encontrar al grupo.

Raymond apoyaba el deseo de su esposa para detener la segregación, pero al mismo tiempo temía por su seguridad. Y había muy pocas mujeres que eran miembros de NAACP. Si Rosa se unía, ella se vería envuelta por la influencia de los hombres. Rosa respetaba la preocupación de su marido. Pero en 1943 cuando encontró una foto en el Alabama Tribune de Johnnie Carr, un amigo de ella de la escuela industrial de Montgomery, quien estaba actuando como secretario temporal para la sucursal de NAACP ( en Montgomery), supo que debía ser parte. Pronto luego de que Rosa vió el artículo en el periódico, ella acudió a la reunión anual de NAACP en Montgomery.Esta era la reunión para elegir a nuevos oficiales. Había 16 personas en la reunión – 15 hombres y Rosa Parks.

Cuando llegó la hora de elegir a una voluntaria para secretaria permanente, todos miraron a Rosa. Todos suponían que el trabajo de secretaria era un trabajo de mujer y ella era la opción natural. Rosa aceptó el trabajo feliz. ¿Qué mejor manera de servir a la causa que documentando su progreso?

  Rosa no perdía el tiempo. Ella puso su lápiz sobre el papel de inmediato y apuntó los últimos minutos de la reunión. Desde ese día y por los próximos 12 años, Rosa tomó su puesto de secretaria en la NAACP, Montgomery, de forma muy seria. Y cuando él vió el compromiso que ponía Rosa en su trabajo voluntario, así también lo hizo su marido. Rosa organizó reuniones de sucursales, mantenía los libros, escribía y enviaba cartas y notas de prensa, y cada vez se acercaban más miembros. Cuando el teléfono sonaba, Rosa lo contestaba. Cuando alguien tenía una pregunta acerca del trabajo de la sucursal, Rosa también la contestaba.

Como secretaria de la sucursal, Rosa trabajaba de cerca con Ed Nixon, quien presidía  la sucursal. Bajo la dirección de Nixon, ella grabó todos los casos de discriminación y violencia contra gente afroamericana en el estado de Alabama.

Documentar estos casos le mostró a Rosa que el racismo en Alabama era grande. Era poderoso. Tomó impulso con cada milla que cubrió. Esto le dió fuerza de voluntad a Rosa.

El 1 de Diciembre de 1995, comenzó como cualquier otro jueves para Rosa. Ella fue a su trabajo en los almacenes de la tienda Montgomery. Cuando su jornada de trabajo terminaba, Rosa iba por su abrigo y su cartera y caminaba a la parada de autobus de Court Square. Ella esperaba pacientemente por el bus de la avenida Cleveland- el bus que ella solía tomar para llegar y dejar el trabajo muchas veces. Cuando ella subió al vehiculo y pagó su pasaje, ella inmediatamente notó un asiento vacío en el área solo para los blancos. Era hora alta. Cualquier asiento en el autobus en este horario era una bendición. Rosa volteó y dio un leve suspiro de alivio.

  Cuando el bus paró para tomar pasajeros en el teatro Empire, subieron 6 personas blancas. Cada una pagó el pasaje,  justo como lo había hecho Rosa. Todos menos uno, encontraron asiento fácilmente  en la parte delantera del bus. El sexto pasajero, un hombre, no le importó estar parado. Él cruzó sus dedos alrededor de la barra para sostenerse y esperó a que el bus arrancara.

 Pero acorde con la ley de segregación del estado de Alabama, los afroamericanos estaban obligados a ponerse de pie si una persona blanca iba de pie. Cada conductor de autobus en el estado tenía permitido hacer valer la ley en su vehiculo.

Así fue como Rosa estaba sentada en el bus que estaba manejado por el mismo conductor quien,

doce años atrás, había bajado del autobus a Rosa por no haber entrado por la puerta de atrás. El conductor recordaba a Rosa. Y Rosa seguramente lo recordaba a él. El fulminó a Rosa con su mirada por el espejo retrovisor. Entonces le ordenó pararse y dejar el asiento. Pero ella no se movió. Por el contrario, ella le contestó con una pregunta: Por qué,  preguntó, ¿debería ella soportar que él la mandara?

  El conductor no tomó a bien que Rosa lo desafiara. La próxima cosa que Rosa supo, fue que el conductor estaba parado al lado de ella, insistiendo en que se parara y cediera el asiento al hombre blanco. Rosa apretó su cartera, que descansaba en su regazo. Cuando el conductor le solicitó a Rosa  que se moviera por segunda vez, Rosa le respondió firma y claramente: no

Él le dijo a Rosa que llamaría a la policía si ella no se movía. Rosa no retrocedió. Quizás ella estaba pensando en su abuelo Silvestre quien firmemente creía en no permitir el maltrato a otros. 

O quizás  ella sólo estaba harta de ceder ante el hierro de la segregación. Incluso la presencia de la policía no pudo despertar a Rosa. Una vez más su respuesta al conductor era simple. “Hazlo”. La policía vino de inmediato. Ellos arrestaron a Rosa  y la llevaron a la cárcel. Rosa llamó a su marido y le contó la historia completa. La noticia de que Rosa había sido detenida comenzó a correr a través de la comunidad afroamericana de Montgomery. Algunos amigos de Rosa y Raymond habían presenciado el arresto. E. D. Nixon de la NAACP fue el primero en escuchar sobre Rosa. El inmediatamente reunió dinero para sacar a Rosa de la cárcel. Él le dijo a Rosa y Raymond que aunque el incidente había sido infortunado, este tenía el poder de eliminar la segregación. Si Rosa tenía la voluntad y era suficientemente valiente para presentar una causa en contra de las leyes de segregación de Alabama, ella podría ayudar a terminar la segregación en el estado.

Rosa no tenía que pensar muy largamente la proposición de E. D. Nixon. Solo un corto tiempo antes, Rosa había estado mirando la segregación a la cara y dicho NO. Ahora ella estaba mirando la ley a la cara y sin pestañear, ella dijo sí. Ella aceptó atacar al sistema que la mantenía a ella y a cada persona afroamericana en Estados Unidos en estado de desigualdad. Años después, reflejando los eventos que la habían llevado a esa decisión, Rosa dijo “ la gente siempre dijo que yo no me había parado del asiento porque estaba cansada, pero eso no es cierto.. Yo no estaba cansada físicamente… Lo único cansada que estaba era cansada de ceder.

  El 5 de Diciembre 1955 Rosa y su abogado, Fred Gray, aparecieron  ante el juez John B. Scott en la corte de la ciudad de Montgomery, Alabama. Rosa fue encontrada culpable de romper con la ley de segregación de autobuses de Alabama. Ella fue multada con 10 dólares. A pesar de que Rosa fue sentenciada , su acto había provocado el boicot a los buses de Montgomery, un movimiento por los derechos civiles  que cambiaría la cara de la segregación por siempre. 

  El reverendo Martin Luther King ayudó al boycott con un fuerte comienzo. En la tarde del 5 de Diciembre de 1955, el cito a cerca de 1000 personas en la iglesia Holt Street Baptist de Montgomery. 

Él dijo, nosotros vamos a trabajar con severa y fuerte determinación para ganar justicia en los buses de esta ciudad. Y nosotros no estamos equivocados en lo que estamos haciendo. Si estamos equivocados, la constitución de los Estado Unidos está equivocada,… si estamos equivocados la justicia es una mentira. Y nosotros estamos determinados acá en Montgomery para trabajar  y luchar hasta  que la justicia corra como el agua en un poderoso arroyo…”

Las palabras de Martin Luther King resonaron como un rayo en la oscuridad de la noche. 

El tipo de rayo que revuelve desde el interior. Como protesta por el trato que ellos y Rosa habían recibido, cada habitante negro de Montgomery dejó de usar el bus. Ellos caminarían hacia donde quisieran ir. Ellos caminaron millas y millas al trabajo, a la iglesia, al banco, a la tienda de comida. Ellos se organizaron en grupos de autos. Y negando dinero para el sistema de buses de la ciudad, ellos le mostraron a la gente blanca que las mujeres y los hombres afroamericanos eran valiosos como clientes que pagaban. No importaba cuán cansados de caminar estuvieran – algunos debían levantarse muy temprano por la mañana para poder llegar a sus trabajos – rehusában rendirse.

Rosa perdió su trabajo como consecuencia de su arresto y del boicot. Para ganar dinero ella trabaja como costurera en su casa. Ocupó el resto de su tiempo ayudando a mantener organizado el boycott, el cual se alargó por más de un año. Finalmente el 20 de diciembre de 1956, la Corte Suprema determinó que la segregación en los autobuses en el estado de Alabama era ilegal. La gente afroamericana volvió a andar en autobus al día siguiente, y así fue como en los autobuses de Montgomery- y a través de todo el estado – los afroamericanos se sentaron en el frente, disfrutando su vista de justicia. 

El boicot de los autobuses de Montgomery fue un importante triunfo para los afroamericanos. 

Era el principio del fin de todas las segregaciones. Pero fue una victoria que vino con un costo para Rosa. Poco después de que el boicot terminara, Rosa recibió tratos violentos de parte de gente  blanca que estaba a favor de la segregación. Pocos meses después Rosa y Raymond Parks y la madre de Rosa , Leona se mudaron a Detroit, Michigan.

  Vivir en el norte ayudó a Rosa a seguir trabajando por los derechos civiles de forma pacífica. 

En 1965 ella comenzó a trabajar en la oficina de John Conyers, un joven afroamericano quien formaba  parte del Congreso. Como lo había hecho en NAACP, Rosa mantuvo a la oficina del Congreso funcionando perfectamente. Ella también lo ayudó a encontrar casa para las personas sin hogar.

Dondequiera que Rosa viera una oportunidad de servir a los compañeros afroamericanos lo hacía. En 1987 ella y su esposo fundaron el Instituto Rosa y Raymond Parks para el desarrollo personal, para enseñar a los jóvenes sobre los derechos civiles.

Durante el tiempo Rosa recibió numerosos títulos. Ella fue llamada la Madre del Movimiento por los derechos civiles y la Santa Patrona del movimiento por los derechos civiles. Ella incluso tuvo dos calles con su nombre, uno en Detroit y otro en Montgomery. La avenida Cleveland de Montgomery, donde Rosa tomó el bus ese día de 1955, fue más tarde llamada Boulevard Rosa Parks.

Ningún pronunciamiento individual puede capturar completamente el impacto que ha tenido Rosa Parks en la lucha por los derechos civiles de América y más allá.