Mil millones de ostras para Nueva York.

El “Proyecto un billón de ostras en Nueva York” es una iniciativa que busca replobar la bahía con mil millones de ostras vivas antes del año 2035. La causa que llevó a la creación de este proyecto, el cual comenzó en el año 2014 es la elevada contaminación de la bahía , producto de la desaparición de las ostras por el consumo. Estos moluscos llevaban a cabo el trabajo de drenaje y limpieza de las aguas de la zona.

Si nos adentramos en los orígenes de los que podría ser algo así como la historia las ostras en Nueva York, nos encontramos con que los indios nativos Lenape ya las consumían como parte fundamental de su dieta. Al llegar Henry Hudson el año 1609 nunca se imaginó que debajo de su barco, habían bancos de ostras que se extendían por kilómetros y kilómetros. Las ostras en esos años llegaban a medir hasta 30 centímetros. Fue así como estos moluscos pasaron a ser parte importante de la dieta neoyorkina llegando a ser quizás la primera comida rápida, mucho antes de los bagels, los hot dogs y la pizza.

La biblioteca Pública de Nueva York llevó a cabo un proyecto de investigación de los menús de Nueva York a lo largo de los últimos siglos. Así fueran fritas, en un pastel, a la holandesa, Pompadour, a la Poulette, al horno, tostadas, crudas, con salsa, con bacon, con leche, en vinagre, las ostras eran protagonistas de todos los menús de la ciudad de finales del siglo XVIII y principios del XIX. Desde los más pobres hasta los más ricos las comían ya que se encontraban tanto en puestos callejeros como en restoranes del más alto nivel.

El escritor Mark Kurlansky relata en su libro “The Big Oyster: History on the Half Shell” (La gran ostra: La historia de la media concha): “La historia de la ciudad de Nueva York es la historia de la ciudad en sí misma, su abundancia, su excitación, su avaricia , su forma de pensar, su ceguera y hasta su suciedad”. También afirma que cuando la gente pensaba en Nueva York, pensaba inevitablemente en ostras, en algo así como la capital mundial de las ostras. Se cree que en su apogeo, la bahía contenía casi 90.000 hectáreas de arrecifes de ostras. Esto significa que ahí habitaban más o menos la mitad de las ostras de todo el mundo, según algunos biólogos.

Parte del pavimento de la calle Pearl y los cimientos de Trinity Church y de otro muchos otros edificios de Manhattan fueron compuestos esencialmente de conchas de ostras. Los colonizadores holandeses nombraron las islas de Ellis y Liberty “Pequeña isla de las ostras” y “Gran isla de las ostras” respectivamente.

Las ostras además de ser muy nutritivas, ricas en proteína, fósforo, yodo calcio, hiero y vitaminas A, B y C, eran las encargadas de filtrar el agua del océano. Este pequeño detalle lo habían pasado por alto.Con el tiempo, su elevado consumo y la contaminación destruyeron aquel ecosistema. Con la llegada del siglo XX casi ya no quedaban ostras y las que seguían sirviendo en los restaurantes ya no eran locales. Los arrecifes estaban cubiertos de limo y la calidad del agua era pésima, al punto de no servir para la regeneración biológica de ostras como tampoco de ningún otro organismo. El puerto que antes era el tranquilo hábitat de millones de seres vivos, a ese punto estaba convertido en una zona tóxica y tiradero de basura. Recién con la aprobación del proyecto Clean Water en1972 se prohibió arrojar basura y aguas residuales.

En 1972 las ostras volvieron a ser aptas para el consumo. Es así como el Proyecto de los Mil Millones de Ostras busca regenerar la población natural de ostras. Cada semana recicla 3,6 toneladas de conchas de ostras de unos 80 restaurantes de la ciudad y las convierte en ambiente reproductivo para larvas. En primer lugar se fecundan gametos en tanques de laboratorios portuarios especiales. Las larvas de ostras que nacen son alimentadas con cultivos de algas y después de dos o tres semanas se las coloca en otros tanques que contienen las conchas provistas por los restaurantes. Este procedimiento tiene éxito en entre un diez y un 40 por ciento de las larvas, que luego se transforman en ostras. Así los moluscos continúan creciendo en jaulas flotantes y luego en arrecifes artificiales y rejas construidos recientemente. Las ostras que se reproducen de esta forma no son comestibles porque las aguas del puerto están demasiado sucias.

Voluntarios y estudiantes de las escuelas públicas, que incluyen este proyecto sin fines de lucro en sus clases, ya plantaron 28 millones de ostras desde el comienzo de la iniciativa, hace seis años. Estas cifras podrían parecernos a que ya tienen mucho trabajo avanzado. Pero la realidad es que esta cifra solo corresponde a un 2,8por ciento de la meta, según Pete Malinowski, director del proyecto. La meta son 1.000 millones de ostras, asegura.Mil millones de ostras limpiarían las aguas estancadas del puerto una vez cada tres días sin contabilizar la afluencia y la salida de las mareas del océano Atlántico.

Además del objetivo de la limpieza de las aguas hay otro. Lograr generar un vínculo más fuerte entre los habitantes, el puerto y su espacio vital.

“La mayoría de los neoyorquinos viven a una corta distancia a pie del agua, la mayoría de las calles terminan en el agua, pero los neoyorquinos no se identifican como habitantes de un puerto ni de un importante sistema natural”, observa Malinowski.

Más de 6.000 estudiantes y 9.000 colaboradores han participado directa o indirectamente en el proyecto de recuperación de las ostras.

La pureza del agua no es la única razón por la que las aguas de Nueva York sufrieron sin ostras. Durante siglos, sus grandes arrecifes sirvieron como rompeolas naturales, barreras submarinas que ayudan a proteger la tierra de las marejadas ciclónicas y las olas erosivas, alrededor de la costa de Nueva York. Esos arrecifes ya habían desaparecido cuando el huracán Sandy arrasó el estado en 2012, y los expertos han sugerido que la falta de arrecifes de ostras y otras barreras naturales exacerbó el daño. El trabajo del Proyecto Billion Oyster podría reconstruir lentamente los rompeolas. Pero, “los arrecifes de ostras que protegían a la ciudad de Nueva York antes de que fueran retirados … tardaron cientos de años en crecer hasta el tamaño necesario para proteger la costa”, dijo Malinowski. En lugar de esperar a que un arrecife de ostras completamente desarrollado comience a mitigar la marejada ciclónica, el proyecto The Billion Oyster se está asociando con otro grupo, Living Breakwaters, para crear arrecifes artificiales a lo largo de dos millas de la costa de Staten Island. Las ostras pueden luego construir arrecifes alrededor de las estructuras, haciéndolas más grandes y resistentes. La iniciativa Living Breakwaters, que debe comenzar a construirse este año, está financiada en parte por una subvención de recuperación de desastres de $ 60 millones otorgada por el Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano federal en 2013. Kate Orff, quien fundó Scape, la firma de diseño que encabeza el proyecto, dijo que ya es hora de que los neoyorquinos comiencen a tomar medidas serias para combatir el impacto del cambio climático, que se espera que traiga un clima cada vez más volátil y niveles del mar más altos. “Necesitamos mirar drásticamente las estrategias del paisaje”, dijo.